Una explosión, escuchará una fuerte explosión. Quizás sea lo último que recuerde con claridad: después vendrá la confusión total. Y, en ese estado, escribirá una extensa nota a Federico. Cuando termine, una nueva descarga la obligará a abandonar la habitación del hospedaje. Intentará bajar por las escaleras, pero una tercera explosión la dejará atrapada en el quiebre que forman los peldaños, entre la habitación y la salida. Y permanecerá allí durante casi dos días, leyendo una y otra vez lo escrito, hasta cuando, del otro lado de la pared, desde el edificio adyacente, algunos sobrevivientes la encuentren. Entonces, ellos se asombrarán de su mirada extraviada, de esa sonrisa indefinible en sus labios que ya no podrá abandonar.

Absorta en otra realidad, Gabriella se habrá alejado de esta y habrá ido entrando a ésa que sus deseos y sus angustias habrán edificado. Entonces —y sólo entonces— Gabriella sabrá que hay algo más, un lugar que la espera para envolverla. Y esa esperanza la hará sentir irreal, pero feliz; como si estuviese a punto de nacer a una dimensión verdadera, aunque no pueda explicarlo, aunque no quiera explicarlo.

 

voz Gabriella:
(tamaño: 400k)


 


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