Impacto de luz sobre unos ojos ya sumidos en el espacio acuoso de los sueños. Girasoles flotando sobre territorios de lava calcinada. Olor a cigarrillo. Incendio al otro lado. Un cuerpo acomoda su posición sobre la cama, el otro suelta un espasmo. La tierra se abre en una grieta ineluctable. Bocanadas de humo emergen desde un agujero distante. Un gemido. Federico abre sus ojos húmedos. Gabriella lo está mirando.
—Pobre amorcito, ¿te desperté?
—¿Pasa algo, Gabriella?
—No, simplemente no puedo dormir.
—Sigues pensando en el asunto...
—Si, no puedo evitarlo. Es que no acabo de entender. Primero dices que debemos huir; la situación, te sientes asfixiado, te persiguen, y ahora resulta que es mejor quedarnos; no lo entiendo. Se cansa una, Federico.
—Oye mi amor, es que no es fácil entenderlo. Ni siquiera yo sé por qué lo hago. Tal vez sea injusto contigo...
—¿Conmigo, Federico? Y qué dices de Fabián y de Ernesto y de Jairo, qué va a pasar con Ana y con Gonzalo, ¿ah?
—Ellos han hecho esfuerzos, se han creado expectativas, algunos hasta han renunciado a sus trabajos o han puesto en peligro sus vidas. No sé qué les vamos a decir.
—Mira, yo creo que tú puedes viajar con los otros si quieres. Se puede arreglar lo del pasaje. Basta que hable con mi hermano y ningún problema.
—Eso no es problema, claro. El problema es que yo sin ti no viajo y eso tú lo sabes muy bien, así que déjate de pendejadas.
—Bueno, hagamos una cosa: hoy mismo vamos y hablamos con Fabián, le decimos que se nos presentó un problema, que no viajaremos por ahora. Tú me das un tiempo, ¿entiendes?, unas dos semanas y...
—¿Dos semanas? ¿Por qué tanto?
—Es una idea que tengo, tal vez sea menos. Es que debo... no sé cómo explicártelo... debo quedarme. Tengo que hacer algo antes. Hoy me he dado cuenta de que debo saldar cierta vieja deuda. No se trata de dinero, es algo más... más complejo... algo que ahora no puedo explicarte porque ni yo mismo lo comprendo... estoy tan avergonzado, me siento tan culpable, tan... desconcertado...
—Federico, Federico, mi amor, no te pongas así, ¿es por alguna mujer?
—No, claro que no. Es otra cosa, es una búsqueda, una indagación... cómo decírtelo... necesito organizar un encuentro; un encuentro del que depende todo: nuestro viaje, nuestra nueva vida, el futuro de nuestro hijo, nuestro amor. Un encuentro con gente que conocí de antes, hombres y mujeres; debo dejar en claro ciertas posibilidades.
—Está bien, Federico, está bien; intentaré entenderlo, pero yo también necesitaré tiempo.
—Claro amor, claro. Ahora duerme. Mañana todo será distinto... espero...