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Federico
estudiante
Hablar de Federico,
el estudiante, es hablar de la Nacho, de la gloriosa, la heroica,
la madre siempre preñada de jardines y bosques verdes, hogar
de las ideas y de los amores, de la libertad: la Universidad Nacional.
Lugar de la magia, centro de poder, kama de sueños. Entrar
allí era como cargar los bolsillos de calor, experiencias,
ilusiones, encuentros, desencuentros, poesía, quizás
también desvirgue y sonrisa, expansión de la conciencia,
compromiso, valor y diarrea revolucionaria. Pasar por allí,
por esos prados, era recibir la iniciación en el ritual de
búsqueda de los caminos de la libertad.
Hablar de Federico,
el estudiante, es sencillamente hablar de la Nacho. No es sino ofrecerle
un aguardiente y mencionar el movimiento estudiantil de los setenta
para que el hombre se explaye en el tema... los setenta, las marchas,
el chiquito Lleras tomateado en plena Plaza San-tander (que ahora
es la del Che Guevara), la toma de residencias, los conciertos,
los amores...cuánta cosa podría contar Federico (material
para toda una novela), el garrote, la carrera con las tripas en
la mano, el bolillazo en la huevas, la patada en el culo, las depravaciones
en la Jaula, el frío de la comisaría, la guerra sucia.
Lo que podría narrarse: la marihuana seca, el desvirgue,
la traba o esa tragedia en tres actos que nadie jamás podrá
olvidar: el mayo, mayo eterno, mayo furibundo, mayo desbastador:
Tlatelolco o Cali, Berlín o Tokio, México o Bogotá,
París o Bucaramanga. El amigo muerto y silenciado más
allá de la muerte. Cuántas cosas podría contar
Federico, el autogobierno, la autosugestión, el polvito deseado
y jamás consumado del poder estudiantil o simplemente el
vómito que se llevó a marioel-mono p'al otro mundo
tras su primera borrachera.
La rumba, los
tanques, las bombas, los disparos, el miedo recorriendo la piel
como un anguila, el hambre, la demora del giro, el frío,
la lluvia, la cafetería, las avalanchas, los gritos, las
consignas, el ajedrez, la poesía, el desvirgue, simplemente
el desvirgue. O la vergonzosa MAP "muerte a pepos" que demostró
cuán lejos andaba la propuesta hippie del ideal estudiantil.
O el Freud, los besos, las trampas en el examen, las piernas de
Luz Marina, el brasier de Ana María, el polvo temido de Clarita
o los ojos dulces de Rebeca. O quizás los murales, los elenos
y el eme; las pedreas, la malla, los tombos husmeando en tus papeles,
los baños llenos de grafitties y mierda....tantas cosas...
cómo no mencionar, por ejemplo, como no hablar de, como no
contar....y sin embargo, al amanecer, cuando Federico está
completamente ebrio se pone a llorar y le pide a sus narratarios
que por favor no lo jodan, que lo dejen tranquilo que él
no quiere recordar, que no sean mierdas, que ya saben cómo
se pone después que habla de la Nacho, que lo dejen pensar
en paz.
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